¿POR QUÉ NOS CUESTA TANTO SUPERARLE?


No he sido una persona de muchas relaciones estables. Y aclaro, no por falta de iniciativa, sino porque las pocas relaciones que he tenido les faltó un hervor, se pasaron de fuego y se quemaron o sencillamente decidieron terminarse de cocinar en otras cocinas.

Y todas, absolutamente a todas mis relaciones pasadas por más crudas que estuvieron tuve que hacerles un duelo, algunos aburridísimos.

Han sido tan complejas las tusas y tan variadas, que me siento con la experiencia suficiente para hablar del tema, pero sobre todo con la convicción que es algo que se supera con el paso del tiempo y que no tengo ganas de vivir una.

Este es un tema que ha sido bastante recurrente en mi blog (Porque nació por una tusa). Del que he hablado en infinidad de ocasiones, pero nunca había escrito del que para mí es el problema más grande al que nos enfrentamos en el momento de ruptura 

¿Por qué nos cuesta tanto superarle?

Luego de litros y litros de alcohol ingerido, lagrima derramada, show realizado. Tengo perfectamente claro que lo que más duele en una tusa no es la ausencia, el orgullo o los sueños rotos. Lo que más duele son los recuerdos.

Esos son los que llegan a revolverle el estómago a uno, a fracturar los nervios y a hacer estragos. Pero solo los recuerdos buenos, los felices que se ven como escenas de película, que le llegan a uno a la cabeza hasta con banda sonora.

Extraño, pero cuando se vive una tusa se bloquea automáticamente la parte no tan chévere de la historia, esa misma parte que se debería recordar con mayor intensidad (y hasta a full color) para poder entender sin romance, por qué se terminaron las cosas y así salir más fácil de esa melaza de tristeza y melancolía. 

No es fácil pero le aseguro que ayuda. 
Se puede, tu puedes

Mat

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