SI NO LO CUENTO, ME ENVENENO

En alguna ocasión, por cuestiones de la vida, un amigo lejano se acercó a mí en busca de consuelo y consejo, ya que estaba pasando por un momento sentimental complicado.

Este hombre había mantenido una relación durante dos años con alguien que yo no conocía, y esa persona le había terminado sin aparentemente razón alguna. Él estaba sumamente afectado, asegurándome que era el amor de su vida.

Según él, era una persona sumamente maravillosa y leal. El mejor ser humano con el que se pudo encontrar y necesitaba orientación en medio de ese doloroso momento

No es para menos, perder a alguien que realmente importa es un golpe tenaz, ¡que se lo pregunten a mis ex parejas! (Una modesta frase que aquí encaja a la perfección).

Entonces, como un buen amigo solidario, me dispuse a escuchar con atención su desgarradora historia, y traté de aliviar de alguna manera la angustia que estaba viviendo.

Todo estaba dentro de lo normal hasta que se me ocurrió sugerirle que mostrara una foto de la persona por la que estaba llorando sin cesar.

No me gustó lo que ví, apenas unas semanas atrás, esa persona había estado a full color, HD y realidad aumentada en mi cama. Fue en ese momento que descubrí que su ex pareja le había sido infiel conmigo y sabrá con cuantos más, Entonces me dió un remordimiento de conciencia brutal, sin razón justificada claramente.

Ya no podía mantener una perspectiva imparcial; sentía que de alguna manera había contribuido a que ese pobre hombre se sintiera tan devastado.

Surgieron muchas ideas en mi mente, desde contarle lo que había ocurrido, hasta quedarme con el remordimiento de conciencia (que confirmo, era totalmente injustificado, ya que no tenía culpa alguna) de no revelarle que la persona por la que lloraba inconsolablemente no era tan perfecta como él la veía.

Es en momentos como estos cuando uno se dice a sí mismo: "Si no lo cuento, me enveneno".

Cometí esa imprudencia y, como resultado, perdí a un amigo, todo por una culpa que nunca me perteneció.