CUANDO HICE MI PRIMER CASTING PARA PDNT




Me dijeron que no, como a casi todo el mundo.

Todo esto sucedió en 2010, cuando vivía en Bucaramanga, y me embarqué en una de esas cosas que sentía que debía experimentar antes de morir: "Ser rechazado en público, con una audiencia presente y cámaras filmando todo". Así quedaría el registro el momento.

La verdad es que en un ataque de confianza en mi talento, me puse a hacer fila para entrar al programa "Protagonistas de Nuestra Tele". Que en ese momento, sentía que podía cambiarme la vida. Y yo estaba convencido que "mi momento había llegado".

Allí estaba yo, a la una de la tarde, con un número pegado en mi buzo gris ajustado al cuerpo creyéndome Ricky Martin. Me había aprendido de memoria un monólogo de Malena Pichot. En mi mochila, llevaba un bañador que me habían prestado, por si me pedían mostrar mi cuerpo. Bendito dios no lo hicieron, porque la situación hubiera pasado de incómoda a traumática.

Mi objetivo era claro: Entrar a la casa estudio, ganar el reality, conocer gente y tener mi momento de fama. Exactamente como toda la gente que estaba a mi al rededor, algunos con un talento evidente y otros, como yo, convencidos de tenerlo.

Después de esperar durante diez largas horas, durante las cuales me dormí en una silla y morí de hambre... llegó finalmente mi turno para presentar mi casting.

Estaba completamente preparado, hasta que me paré frente al jurado.

Frente a mí, estaba Alejandra Borrero, en carne y hueso, una de las grandes actrices de nuestro país. Al otro lado, estaba Isabella Santo Domingo, mi antagonista favorita, autora de libros que devoraba en cuestión de horas y a quien seguía en Twitter, admirándola profundamente. Y luego estaba el señor Luis Eduardo Arango, quien, para ser sincero, no me intimidaba tanto como esas dos mujeres que mencioné anteriormente.

La verdad es que entré en pánico. Mientras más nervioso me sentía, más se desvanecía mi sueño de ganar un premio India Catalina. Fue un minuto, tal vez menos. Aunque para mí, en realidad, fueron diez segundos, cuando Isabella Santo Domingo gritó a todo pulmón: "Ya deja de torturarme".

Me quería morir. Con su característica ironía, me dijo que era una tortura ver castings de personas en conversaciones telefónicas. Me sentí terrible. Fue en ese momento senti que los aplausos que mi madre me daba cuando actuaba en obras de teatro en el colegio no eran por mis "magistrales" actuaciones, sino porque me amaba demasiado.

Luego, Alejandra Borrero, de alguna manera, intentó suavizar la situación. Pero no me consideró bueno ni malo, más bien, en un promedio que no alcanzaba para entrar en lo que en ese momento "estaban buscando".

Di media vuelta, con el rabo entre las piernas, y comprendí el alcance de lo que acaba de hacer. Me habían rechazado en televisión nacional y, gracias a dos de las personas a las que más admiraba, me había convertido automáticamente en un "factorazo".

Eso fue todo y se me quitaron todas las ganas de participar en ese reality (al menos por ese momento). Hice fila como todos, me dijeron "no" como a muchos, pero, ¿Quién me quita lo bailado?

Fui tan poco memorable que mi pésimo casting nunca llegó a la televisión. Pero, sin duda, como muchas otras cosas en mi vida, les fui a reclamar revancha

Mat



2 Comentarios

  1. Muchas veces nos dicen no pero eso nos reta a ser mejores!! Bueno y que siguió ?? Cuentanos mas !!! 😊

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  2. Fue una situación de mucha presión y entiendo que es tener ese pánico escénico que nos bloquea , pero tú escencia fue misteriosa y única , eso que te hizo y te hace diferente a todos aún detrás de ese buso de capota que tanto usabas, era el renacer de un talento y gran ser humano que ahora eres , siempre aplaudo eso 👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻

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