TODOS TENEMOS UN PRECIO



¿Cuánto cuesta usted?

A mí me causa gracia cuando hago esta pregunta y veo que muchas personas se inquietan y hasta se sienten ofendidas. Pero la realidad es que todos tenemos un precio. En el mercado, vendemos a diario nuestro tiempo, talento y conocimientos, que se convierten en moneda de cambio en el trabajo.

Sin embargo, más allá de la oficina o la profesión, nos encontramos constantemente negociando nuestro valor en diversos aspectos de la vida. Una cena por coneniencia, una visita por compromiso, un mensaje de feliz cumpleaños puede ser otra manera de cerrar un trato.

Pero la pregunta se torna particularmente incómoda cuando se trata de la intimidad, un terreno delicado donde se pueden mezclar el deseo, la conveniencia y la moral.

Siendo adulto y consciente, se que en la cama pueden haber múltiples motivaciones, y no todas están guiadas por el amor. Por placer, conveniencia, venganza o incluso por bienestar, nos encontramos en situaciones donde nos metemos en la cama por beneficios, que van muchas veces son diferentes de un intercambio monetario literal.

Entonces ¿Aceptaríamos, si se nos presentara, un trueque directo de dinero como intercambio por placer momentánea? Es una cuestión que nos lleva a reflexionar sobre los límites de nuestras decisiones. Evidentemente existen factores que podrían frenar esta decisión como compromisos en relaciones existentes o la escala moral que cada uno ha construido. Sin embargo, la certeza es que, en determinadas circunstancias, la necesidad podría desencadenar respuestas más impulsivas y afirmativas.

Finalmente, la pregunta que queda suspendida en el aire es: ¿Cuánto valemos? Si nos ofrecieran dinero a cambio de un momento íntimo, ¿seríamos capaces de ponerle precio a ese momento? Y hablando desde la honestidad: ¿Alguna vez un momento de intimidad le ha traído ya algún beneficio?

Yo creo que en última instancia, la negociación más importante no es con los demás, sino con nosotros mismos. ¿Cuánto estamos dispuestos a sacrificar de nuestra esencia por un beneficio, sea este tangible o efímero? La respuesta es única, personal y no debe ser juzgada, porque nadie conoce la sed con la que otro se acuesta.

Mat

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