Supongo que usted aparte de tener una
excelente capacidad para omitir mis errores gramáticos y ortográficos, también
tienen una capacidad de observación bastante importante para notar dicho
detalle. Si ese: No soy un tipo sexy. Digo quizás sea interesante o
divertido... o hasta he sido catalogado en el felpudo grupo de los “bonitos”.
Pero se que no soy de esos manes que pasan por la calle y siempre obtienen un
numero considerable de miradas y morboseadas imaginarias.
De hecho, siempre he pensado que cuando me
miraban fijamente en la calle es por que muy seguramente me les parezco a
alguien o tengo algo en la cara, y no por que puedan tener un tipo de
sueño húmedo conmigo.
Y la verdad la situación no me
molesta. Pues, tampoco es que sea el gordito gracioso con el que todos se ríen,
o el feo que nadie se quiere comer… yo por conquistas no me quejo,
afortunadamente aun hay gente que tiene un gusto exótico o me ven como un
interesante experimento, a quien prueban aunque en muchos casos jamás repiten.
(Buahhh soy una rata de laboratorio… pero quien me quita lo bailao!)
En fin. Con el paso de los días viviendo
en Bogotá, me he dado cuenta que en aquello de ser sexy o no serlo, no es solo
una cuestión que las preocupa a ellas. En cierta forma es algo que también nos
pasa a nosotros. Ellas deben luchar a toda costa con su par de limones de
tienda, contra unas tetas 34B que se salen de un escote. Nosotros con nuestros
bíceps atrofiados contra un ciclo completo de esteroides que revientan la mas
desguañangada de las camisas. Es decir, el esfuerzo por tener un cuerpo perfecto
es directamente proporcional a la actitud de “pirobo” que tienes para lucirlo.
Toda una regla de tres simple.
No es algo novedoso. Lo se. No me
subestimo. Pero hace mucho tiempo no me sentía tan anti-sexy en la vida hasta
hace unas semanas salí con una nueva amiga a un bar “conocernos mas”
(Honestamente pensé que el plan se desarrollaría de una manera distinta, pero
ya me conocen, soy el tipo “rata de laboratorio” no el musculado sexy)
Diez minutos después de haber llegado al
lugar, ella de un momento a otro me pidió guardar silencio y que la dejara
disfrutar del “lugar” (como sabrán, eso de que yo guarde silencio es una
completa utopía... pero sigamos)
Una hora después, ella estaba con un nuevo
galán que conoció en la barra del bar. Y yo (la rata experimental) me convertí
en su mejor amigo automáticamente. Dicha situación me dio mucha ira, pero
también mucho tiempo libre para pensar en este post y sobre todo aproveche para
analizar las características de lo que para los demás es considerado sexy, al
menos en el aspecto visual de un prototipo masculino de belleza
Para empezar hay que ir mínimo 3 horas al
gimnasio inyectarse anabólicos y esteroides a la lata. También clavarse una
cánula y sacarse el yogurt, comprar la ropa una talla mas pequeña o mandarle a
apretar en ciertas zonas donde evidentemente causan un efecto visual bastante
significativo en el publico. Es decir. Tener la manga ajustada al bíceps, es un
éxito. Sin mencionar que si el pantalón esta decorado por un par de nalgas como
melones y un paquete (así sea un par de medias enrolladas dentro del los
boxers) Levanta mas que un par de miradas y varios números de teléfono. Eso por
lo visto es sexy.
Otro aspecto, en el cual los hombres
normales tenemos que competir es la gran producción que existe en las sonrisas
perfectas o los cabellos “descuidadamente” arreglados. Es decir, hasta el mas
mínimo detalle de este hombre seudollamado metrosexual esta cuidadosamente
vigilado.
Me cago en la ostia como dicen los
españoles (Saludos a todos en Valencia, y olé)
Mi amiga, a quien llamare de ahora en
adelante la veterinaria silenciosa, era una perfecta estatua de marfil que
separaba dos mundos tangencialmente opuestos. En un lado yo, con mi camisa
normalita, mi pantalón normalito, mi sonrisa normalita pero mi sentido del
humor a flor de piel. Y al otro lado el tipo sexy, con su camisa apretadita,
pantalón apretadito, dientes apretaditos pero con su sentido del humor perdido,
pues le preocupaba más que el resto del bar lo vieran tan perfecto que no
cabria espacio para un chistecito de media noche y así evitar notar algún
defecto en su sonrisa… perfecta.
La veterinaria se quedo con los números de
un par de hombres dedicados en cuerpo y alma a la estética. Y yo borrando a una
mas de mi lista de las que posiblemente fueron y no serán por que no tuvieron
la capacidad de valorar mi autenticidad.
Finalmente puede que no este dentro de los
cánones de ser sexy, de salir en calzoncillos en las revistas o ponerme
disfraces (O mejor salir casi empeloto) en Halloween. Pero se siente tan rico
poder ir a un lugar y no parecer un muñeco mas de la producción obsesa de los
gimnasios sino un ratón de laboratorio que entre tanta alharaca puede marcar la
diferencia.
Y como decía Woddy Allen “Una
relación es como un tiburón; tiene que estar continuamente avanzando o se
muere. Y me parece que lo que en este post tenemos es un tiburón muerto.” (que
gracioso, y era veterinaria jojojo)
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