Y yo se que no es un
gran descubrimiento por que si usted me ha leído, también lo habrá notado.
Pero tengo una buena
coartada. Toda la culpa la tiene mi profesora de primero primaria. Es más
recuerdo clarito su nombre, era Blanca Flor; como también recuerdo clarito su
manera particular de pellizcarme, pegarme cocotazos o reglazos y su maldito
cuaderno de planas formato doble línea donde repetí cientos de veces la misma
palabra una y otra vez con el único objetivo de gastar papel y lapicero. Porque
como se pueden dar cuenta de ortografía pocón, pocón. Y es que con tanto
maltrato sicológico y físico, cualquiera se convierte en un Disgráfico
Disléxico consumado.
Pero todo tiene una
razón de ser. Desde mi mas tierna infancia fui un niño raro. Cosa que me
torturo hasta mi adolescencia porque hoy lo disfruto cantidades. Y digo raro no
precisamente por que parecía Harry Potter, o por que tuviera los poderes de
Carrie (Bueno, aunque hubiera sido hermoso poder haber asesinado a mi profesor
de física en el gimnasio con poderes telepáticos en una bestial batalla de
sangre, sudor y gritos) Pero no, lamentablemente nunca tuve el poder de la
telequinesis.
En realidad entre muchas
cosas raras que tenia, también era ambidiestro (O sea tenia facilidades motoras
con ambas manos… cualidad que en estas alturas del partido, harían mi vida mucho
mas bella) Y cuando me enseñaron a escribir, Blanca Flor me describía las
letras con el referente de la mano con la que supuestamente debía escribir.
Traducción si era la letra “d” el palito debía estar en el lado con la mano que
escribía y si era zurdo la letra era la “b”. Pero como yo escribía con las dos…
pues ponía el palito en la mitad de la bolita y creaba un nuevo grafema que lo
leía a conveniencia.
De ahí para allá este
muchacho se hecho a perder. La h muda la olvidaba, la “s”, la “c” y la “z” las
eché en el mismo saco y las usaba al asar y sin contar con la “ll” y la “y”.
“d” con “b” y con la “v”.
Fue entonces cuando
radicalmente decidió mi profesora (De una pedagogía exitosísima del
renacimiento) amarrarme una mano para obligarme a escribir con la derecha.
Situación que lo único que hizo fue definirme “a juro” la mano con la que escribo,
pero que no mejoro en absolutamente nada mi ortografía.
Así que aquí están los
resultados. Un completo desastre que muchas veces ni el corrector ortográfico
tolera por que me hace pistola cada vez que escribo una burrada idiomática. Y
lo peor es que veo el error, y es como si mi cabezota lo ignorara.
Historias de mi vida.
Lamentablemente le conté esto a mi profesor de prensa demasiado tarde, luego de
haberme hecho perder la materia debido a mi maravillosa capacidad de redacción
pero la ortografía de niño de tercero primaria, según palabras de el.
Es por eso que les pido
excusas, si ven siempre por ahí una que otra cagadita. Usted entenderá. Yo hago
mi mejor esfuerzo pero a veces cuando llega la inspiración y comienzo a
escribir como si alguien me susurrara al oído, al otro lado siento a Blanca
Flor mirándome con odio con la regla en la mano.
No es paradójico? Lo que mas me gusta es escribir... y es lo que por reglas, hago peor!
Publicar un comentario